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Arturo Rosas - Estudio de gesto

bitácora

en esta sección se recoge una selección de los trabajos de los estudiantes, a modo de testimonio de lo realizado en clase durante el semestre.

Primer ejercicio: impostura

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Santiago Iván Gómez

Monje frente al mar - Caspar David Friedrich

En el 2023, en un cajón empolvado de una antigua casa en Dresde, Alemania,

se encontró un fajo de cartas pertenecientes al pintor del siglo XIX, Caspar David Friedrich. A continuación, una traducción al español de este reciente descubrimiento:

«Querido X,

Sé que desde el escándalo que generó mi obra sobre la cruz en la montaña prometí no volver a dar explicaciones detalladas sobre mis composiciones. Sin embargo, quisiera compartir contigo, la persona más sensata y sensible que conozco, mis pensamientos sobre mi pieza: “Monje frente al mar”. Sé que te la mostré aquel día, pero no sentí que fuera el momento para darte este tipo de explicaciones profundas. Por esta misma razón, disculpa si en algún momento esta carta genera pesadez en tu espíritu, pero siento la necesidad de compartir la importancia que esta pieza tiene para mí.

Empezando por lo más denso, espero que al verla te hayas dado cuenta de mi intención en transmitir el pensamiento del viejo Thorild. Hace dos años, cuando primero empecé a trabajar en este cuadro, se cruzaron en mi cabeza sus palabras: “distingue el ojo espiritual interno del ojo externo, físico y brusco”. Espero que tu ojo espiritual se haya visto satisfecho con mi obra querido X.

Mi intención no era solo representar un paisaje, sino evocar ese sentimiento que alguna vez discutimos en nuestras visitas frecuentes al mar báltico. Un mar tan negro, tan inmenso y aterrador que te consume. Y después, cuando miras hacia arriba, el cielo, igual de inmenso, de cierta forma igual de aterrador, pero más ligero. No quise hacer un cuadro de terror, por eso aquella franja de calma en medio de la composición, con las nubes y los tonos claros. Pero sí quería recordarle al observador que el cielo no siempre es azul y nublado, también es donde empiezan las tormentas y por eso las coloraciones oscuras en la parte superior. Ya lo sabes X, tormenta e ímpetu.

Quise desafiar esos cuadros fríos y racionales de paisajes inmóviles que solo generan calma. Quise desafiar el área central con una tormenta que, aunque se manifiesta en las periferias, protagoniza mi cuadro. Una oscuridad que está latente en nuestras vidas, que es capaz de revolcar hasta lo más íntimo de nuestro ser. Sentimientos de rabia, tristeza y dolor, pero también de éxtasis y efusión extrema.

Sentimientos tan grandes, que inundan nuestro espíritu y terminan reduciéndonos a un pequeño ser que se ve obligado a contemplar desde un rincón de la composición la magnitud de lo que se presenta a su alrededor. Un pequeño ser que, ante lo sublime del mar y el cielo, no tiene más opción que observar.

Me gusta pensar que la pose arqueada de mi personaje se debe a que está con sus brazos cruzados, echando un poco la espalda para atrás y pensando de los problemas más banales y trascendentales a la vez: pensando en que adentro de él también hay una imagen similar a la que ve, también hay una tormenta interior. Me gusta también pensar que, como sacerdote, está conversando con Dios, con ese borde infinito entre el mar y el cielo.

Espero recuerdes que en la explicación que redacté hace un año sobre La Cruz en la Montaña, comenté que el Sol se escondía porque el tiempo de la revelación directa de Dios había terminado. Esta pintura es una continuación a esa explicación, es un mundo en el que el sol no está presente directamente, sino tal vez solo en algunos momentos de luz. Mi personaje yace contemplando la posibilidad de que, aunque sea un sacerdote, la revelación directa de Dios nunca estará en él y tal vez por eso se encuentra tan empeñado en la tiniebla.

Sin embargo, espero no me malentiendas y me tomes de ateo, considero que hay una esperanza tácita en la contemplación del monje, e intente demostrarla sobre todo en la figura de las gaviotas. Gaviotas que al igual que bajan por peces en las tenebrosas aguas del mar báltico, también suben a las altas nubes a recolectar luz divina, que siembra un poco de fe en el personaje.

De cierto modo, considero que la figura del monje es una infusión de mi experiencia y mi sentir, pues también me gusta pensar que, en su debate interno, el sacerdote contempla en esta inmensidad de luz y sombra, de Dios, la cuestión de la vida y la muerte. De cierta forma, la escala de la composición hace ver a los seres vivos, un pequeño punto con respecto al inmenso espacio. De la misma forma, la vida es solo un momento y una posibilidad al lado de la inevitable muerte, o al menos eso me ha demostró el pasado de mis varios parientes. Tal vez alguna gaviota se hunda en el abismo del mar y al igual que mi hermano, sea incapaz de volver a salir, mientras el monje contempla su vida y la muerte, impotente, ante lo sublime.

¡Tormenta e ímpetu querido X! Pues no sabremos mañana a qué nos depara en esta inmensidad…»

Referencias:

Caspar David Friedrich biography with all details | caspardavidfriedrich.org. (n.d.). https://www.caspardavidfriedrich.org/biography.html

Friedrich, C (1810) Monje frente al Mar [Oleo sobre lienzo]

Monk by the Sea - Caspar David Friedrich - Google Arts & Culture. (n.d.). Google Arts & Culture. https://artsandculture.google.com/asset/monk-by-the-sea-caspar-david-friedrich/KwEv_TMiJhn5kA

Ana Valentina Niño

Vivencias de un Tango

(A propósito de "Tango" de Zbigniew Rybczyński)

Cinco y media de la tarde, el cielo parecía despejado, no hacía tanto frío como yo pensé, por lo que tuve que quitarme la bufanda que traía, pues el calor que generaba resultaba un poco molesto cuando no tenía frío. Las personas pasaban y pasaban, yo sentado fumándome un cigarro y tomando un oscuro café (como debía serlo, no soporto el café claro) sentía como el humo llenaba mis pensamientos. Mi bitácora abierta con un bolígrafo de tinta oscura sobre una blanca hoja que esperaba llenar ese día, sabía que quería o más bien necesitaba crear algo, pero nada venía a mí. ¿A dónde carajos fue a dar mi creatividad? ¿Estará tal vez sentada sobre aquella banca de ese parque? O ¿se habrá quedado en aquel tren que tomé hace algún tiempo? Probablemente, solo se quedó acostada en la cama envuelta en las cobijas, la perezosa esa. Como sea, no parecía estar cerca de hacer una de sus repentinas apariciones. En mi exhaustivo intento de escribir o garabatear algo para filmarlo después, desistí de mirar ese papel blanco y en vez de eso ordené otro café y algo para comer, tenía hambre. Llenaron mi taza de nuevo y me trajeron una szarlotka, siempre resultaba reconfortante. El Cheder siempre era un buen lugar para estar. Marcaban las cinco y cincuenta en el reloj cuando sonó el tema de un tango, evocativo, misterioso, rítmico. Nunca compraba este tipo de música, pero me encantaba escucharla. “Comprar discos de tango” escribí en una esquina de la hoja, “ah sí, también más papel para el baño”. Había algo curioso de esa tarde, el café sabía mejor, la música me envolvía de una manera curiosa y las personas que veía parecían más interesantes, a veces no me dedicaba a detallar tanto lo que hacían, lo que decían o cómo vestían. Pero hubo una escena que despertó mi interés de manera especial. Parecía ser un hombre dentro de un aparta estudio en el edificio que quedaba al otro lado de la calle, se alcanzaba a ver por la ventana, resaltaba porque llevaba un traje rojo y un maletín o más bien un paquete en sus manos. El hombre llegó muy tranquilamente a su hogar en un primer piso, y poso su maletín sobre un mueble alto o un closet y se despojó de algunas prendas para ponerse cómodo. Por la ventana de su aparta estudio se alcanzaba ver una sombra que aún no podía definir completamente. El hombre desapareció tras abrir una puerta, no tengo certeza si era el baño, o a dónde llevaba. Cuando el hombre cerró la puerta, alcancé a ver como un personaje con gafas oscuras trepaba la ventana y entraba a la habitación del hombre, se veía sospechoso, parecía que no tenía intenciones de hacer ruido. Pronto entendí sus intenciones y la fijación que tenía por el supuesto paquete, se acercó sigilosamente al mueble y en puntillas lo alcanzo para después llevárselo. Estaba tan inmerso en la escena que no sabía cómo reaccionar, sentía algo extraño, una impotencia al saber que si salía del café para alcanzarlo o decirle a alguien no llegaría a tiempo, especialmente porque no sabía a dónde llegaba la ventana de atrás de aquel edificio y que tal vez terminaría en conflictos que no tienen nada que ver conmigo en lo absoluto. Mientras pensaba esto, el personaje de lentes oscuros ya había cumplido su objetivo y no estaba a la vista. “Qué acabo de ver” me dije, parecía una película dentro de una pequeña pantalla que en realidad era una ventana. Se hacía más tarde y las luces de algunos apartamentos del mismo edificio se encendían, podía ver con más claridad lo que sucedía más allá de las cortinas translúcidas. Levante mi vista hacia las ventanas del segundo piso, y a uno de los aparta estudios llegaba un hombre cómico, tenía ropa deportiva y parecía tener complejo de Rocky Balboa. En la ventana que le seguía, apareció una pequeña que se sentaba para hacer los deberes, dibujar, o hacer avioncitos de papel que lanzaría por la ventana de atrás, esa que aún no sabía a dónde daba. Simultáneamente, algo que no esperaba sucedía, al parecer Don Rocky estaba acomodándose en una silla, no para sentarse, no, sino para ponerse patas arriba, sí, de cabeza. Solté una risa, era cómico, me sorprendió su equilibrio “que no se caiga el hombre” pensé. Me di cuenta que aunque todos los espacios eran iguales, o muy parecidos, ninguna de las escenas era similar a la otra y los personajes que allí vivían mucho menos se enteraban de todo lo que a su alrededor sucedía. Abajo, en la ventana vecina del hombre del paquete maletín hurtado, llegaba una pareja envuelta en pasión, no controlaban el amor que tenían. Dos pisos más arriba un plomero, simultáneamente una mujer vistiéndose, tal vez tenía una cita. Una mujer que cortaba pescado, un hombre electrocutado. Hasta el café se escuchó el espantoso grito que dio el hombre, al intentar cambiar la bombilla sin éxito. Una mujer que calma a un recién nacido, una mujer molesta que sirve la cena a su marido, un borracho que no sabe ni dónde está parado y, ¿Un oficial de policía? Todas estas escenas se unían de manera casi graciosa, de una manera genial, parecía que todos y todo lo que sucedía iba al ritmo del tango. Marcaban las seis y cuarenta, se me había pasado el tiempo entretenido con lo que veía. Aquella bufanda que había llevado “en vano”, si me abrigó después de todo, pues el frío de la noche comenzaba a sentirse. Pagué mi café y lo que había comido, y salí del Cheder para irme a casa. Quedaba cerca, así que caminaba. En mi caminata nocturna, pensaba en todos aquellos personajes y lo que sucedía en sus vidas. Llegé a mi cuarto y decidí escribir y garabatear todo aquello que había visto, todos esos mundos pequeños que se encontraban tan solo en un lugar, en un solo edificio. Se hacía tarde, así que me acosté a dormir. En mañana, los rayos de sol atravesaban mi ventana mientras abría los ojos. No sabía que me deparaba el día, pero algo era seguro, necesitaba café para seguir creando. Lo preparé cargado y volví a mi escritorio. Entre más recordaba las escenas más encontraba detalles. Estaba inmerso en lo que hacía cuando de pronto un balón entro por mi ventana de atrás, me asustó y vi a un niño que intentaba trepar mi ventana para recuperarlo, pero al verme se asustó y bajó. “¡Eh!, tranquilo chico, toma tu balón” le dije, así que se lo alcancé. Casi nunca miraba por la ventana de atrás de mi cuarto, no sé por qué, creo que me gustaba más la otra porque llegaba más luz. Cuando le lancé el balón al niño vi un rostro conocido, pero de donde… Ah, claro, era Don Balboa, saliendo del edificio que quedaba atrás del mío. Pero cómo ¿no vivía en aquel edificio?... el borracho despistado salía como vampiro de su ataúd intentando tapar la luz del sol con su mano, y también aquella muchacha del vestido floreado y el pobre que se electrocutó salía cojeando. Muy tarde me di cuenta que ese edificio con tanta gracia, ese que nunca detallaba, ese al que no le daba mucha importancia, era el que me había cautivado ayer. “Que despistado” me dije. Todo se unió en mi cabeza, todo lo que había visto se conjugaba al ritmo de aquella música. Las imágenes de las personas comenzaron a danzar en una coreografía totalmente sincrónica, mágica, sin sobreponerse unas sobre otras, contando cada una de ellas su propia historia, en un ir y venir acompasado en el sonido hipnótico de aquel tango.

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Joseph Beuys -  I like America and America likes me (1974)

María Rodríguez Valenzuela

“El Gurú de Dusseldorf”

Por Joseph Beuys

Despierto de la oscuridad y me encuentro en una isla lejana. Lejos de los mares de la tierra. Donde los guerreros que han muerto en combate contemplan la realización del más grande paradigma de la vida humana. Pastoreando mi rebaño, que imaginativamente conformé con alces, venados, caballos, liebres y hasta coyotes salvajes y en donde pasé mis días en esta gran acción de posibilidades que se tornan en la representación de la simple cotidianidad. En un día normal un gran cisne con figura humanoide, llamó mi atención al elevarme hacia el horizonte, con sus grandes alas y sujetándome fuertemente de la espalda, inició vuelo hacia las colinas rocosas del oriente de la isla. Así es como arribé a este mundo que es más como una gran escultura industrial, modificada hacia el adoctrinamiento, y hasta donde he podido percibir, carece de espiritualidad y pierde contacto con las energías invisibles que nutren el conocimiento. Pero más sobre eso luego. Sin más palabrerías, y como lo hice el siglo pasado, decido re-contar mi historia y la razón por la cual regresé. Mi nombre es Joseph Beuys, nací en Krefeld, Alemania el 12 de Mayo de 1921, lugar donde los paisajes y la fauna, favorecieron mis cualidades de soñador y planeador, en un sentido individualista y original. Noto que poco se sabe sobre mi infancia, así que contaré aquí la bella realidad. Mi padre, un pequeño comerciante y un hombre católico, quién vivió una vida simple como granjero y sustentó su familia a pesar de nuestra situación ardua. Fue un hombre tosco, aunque se mantuvo indemne ante la adversidad. Por otro lado, mi madre fue una mujer devota, quién cuidaba con mucha dedicación, el jardín donde crecía todo tipo de plantas y árboles, enseñándome de esa manera, la importancia de la fertilidad en la vida orgánica, y mostrándome así, la evolución evidente dentro de la duración de una vida; el vientre, la madre, el niño y la crianza, como símbolos de renovación de la vida y la vitalidad. No tuve hermanos, pero tuve camaradas con quienes solíamos ponernos nuestro sombrero de exploradores, creando de esta forma, tiendas hechas con retazos de tela y trapos viejos, donde exhibíamos renacuajos, pulgas, ratas y ratones y todo tipo de animales que encontrábamos en nuestras exploraciones. Llevo estos momentos muy cerca de mi espíritu, pues sobre esas vastas planicies, fue donde lo inspiré (a mi espíritu imaginativo) a conectar fenómenos naturales y presentimientos místicos que me acompañaron siempre. En mi juventud, mi afinidad por la vida orgánica y la anatomía de esta energía colectiva que inunda la tierra, me llevaron a estudiar ciencias naturales, donde un profesor que conocía Islandia estimuló mi interés por la mitología celta, y nutría mi visión sobre el misticismo y la complejidad dentro del organismo planetario. Luego la segunda guerra abatió el mundo y como todos los jóvenes alemanes de la época, partí hacia la guerra, donde desempeñé un papel como operador de radio de la Luftwaffe. Ser piloto de avión me cambió la perspectiva, al ver desde arriba, donde tengo una visión más amplia, no solo de las cosas, sino de la conexión entre ellas. Fue allí, donde mi vida dio un giro inesperado, que me llevaría a contemplar la sociedad y la materia, de una manera muy distinta. En el año 1943, mi Junkers 87, fue golpeado por una tropa antiaérea Rusa, y me estrellé en Crimea, bajo una tormenta de nieve. He leído muchas especulaciones sobre como sobreviví a esto, y han dicho que mistifico la realidad sobre el suceso, pero la realidad es que no lo mistifico, solo me baso en esta memoria concreta y fundamental. Lo último que recuerdo antes del accidente, fue observar cómo había ciertos patrones en las marcas de guerra que quedaron impregnados en los grandes valles de la zona, que comunicaban una condición caótica y una falta de energía orgánica. Luego de esto, perdí el control y como relatan hoy en día, vi como mi corta vida llegaría a su fin. Aunque no fue el caso, me despierto inmóvil y rodeado por tartares nómadas que afortunadamente, me encontraron, y decidieron salvarme, forzando a mi cuerpo a fluir energía y eventualmente, traer calor a mis entrañas, por medio de grasa y un textil llamado fieltro. Al abrir los ojos, contemplé a primera mano, la existencia de la presencia de la magia, a la cual le llamo comúnmente, como la energía invisible, que existe únicamente, para dar evolución al calor y la energía como elementos espirituales. Después de esto, entendí la importancia de materiales como la grasa y el fieltro, y se convirtieron en mis materiales predilectos para la exploración de mi arte, pues con ellos, lograba demostrar las situaciones de caos, de movimiento y de un principio formal. Con la grasa, un material que se modifica gracias a las diferentes condiciones térmicas y se descompone, interpreté la escultura como elemento universal, y liberado de los límites estáticos. Ahora bien, en contraste, el fieltro es un aislante que posee fuerza vital, creando objetos con este, y aunque inanimados, el espíritu y hasta la fantasía existían dentro de sí. Pocos gozan de la sensación de una nueva oportunidad. Pues luego de ver la muerte a los ojos, el panorama se transforma, porque atravesé por una completa acción del arte, sentí la caricia de su pureza mágica y transformativa. De hecho, para citarme a mí mismo “Un buen mito, es más poderoso, y contiene la realidad y la verdad, mejor que la vida diaria”. Dicho esto, existí dentro de mi propio mito, lo acogí y decidí estudiar en la Escuela de bellas artes de Düsseldorf. Allí encontré un nuevo nivel de comunicación con aquellos materiales que habían salvado mi vida, y durante este tiempo, exploré el dibujo, la acuarela, los collages y la escultura. Tuve varios maestros que, aunque eran muy consecuentes académicamente, en el sentido de observación de la anatomía, puedo decir, que se enseñaba, no en el sentido, de una invención autónoma del artista, y más bien, de una absorción realista de lo que tenemos frente a nosotros. Allí encontré al maestro Mataré, quien, con su sentido más autónomo del significado de la forma, influenció en mí, tal vez una intención, un querer, muy radical. Encontré mi visión por medio de la instalación, el performance y los happenings y emprendí mi camino como artista. Podría hablarles de todos esos momentos en los que en compañía del Fluxus y colegas artistas transformé de manera irreverente la concepción del arte como netamente estética. Irrumpiendo en su precisión de los gestos y movimientos, abriendo campo hacia una nueva vanguardia y expresando socioculturalmente, lo que el arte debe ser. Es así, como empecé la preparación para una de mis más reconocidas obras “Me gusta América y a América le gusto yo”. A estas alturas, ya gozaba de un buen reconocimiento dentro del arte conceptual europeo y junto con Yves y Manzoni, habíamos logrado expandir nuestra idea del arte como elemento fluido y viceversa, y, en consecuencia, pude realizar mi primer viaje a la ciudad de Nueva York. Al llegar al aeropuerto J.F. Kennedy, me envolví de pies a cabeza en fieltro, convirtiéndome en aquella expresión inanimada y un poco tosca, pero con gran espíritu en sí. Veo que ahora le llaman “performance” a mi acción. Y la realidad es que es mucho más que eso. Es una manifestación y el tallo que brota de la semilla de la revolución. Nunca pisé tierra estadounidense, pues mi acción inicia cuando arribo a la galería en una ambulancia y luego, soy transportado en una camilla, como un gran aislante humano y metafórico, para compartir lo que serían los 3 próximos días, encerrado en una jaula con un coyote salvaje. Las explicaciones e interpretaciones que le dan a mi obra son en su mayoría muy acertadas, y para quienes no entienden y con burlas arrebatan la intención radical de mi acción, es importante que tengan la información completa. Los coyotes son un símbolo importantísimo para la mitología nativo-americana, y presenciando en primera fila como en Europa consideraban este animal como una peste sucia y maligna que debe ser erradicada, se convirtió en mi mensaje. Allí, el coyote se mostró agresivo y a la defensiva al inicio, pero el fieltro que cubría mi cuerpo me protegió en repetidas ocasiones. Había varios elementos dentro de la jaula, que usé como materiales inorgánicos que almacenaban aquella crítica que se dispone en la acción. Incluso, el coyote solía orinar encima del famoso periódico que tenía el control de los medios en esa época y debo admitir, que eso fue lo que terminó de completar mi acción. Realmente pensé que estaba ayudando a sanar las heridas raciales y económicas de Estados Unidos, y al terminar la acción, demostré como este increíble animal, se adaptó y aprendió a vivir en sociedad conmigo, pues al terminar los tres días, estábamos conviviendo en tranquilidad absoluta. Siento decepción al observar que aunque existe el progreso, no hemos evolucionado. Debo decir que regresar a este mundo, donde siempre tuve muy claro que cada uno de nosotros es un artista, es evidente como muchas veces ese potencial creativo se esconde tras la competitividad y el hambre por el éxito. Me quedo perplejo al ver como las barreras raciales siguen llevando la delantera, como la pobreza no disminuye, sino aumenta, y como el sistema capitalista alimenta ese dogma que, a diferencia de mis épocas, carece de fe. No veo a muchos creyendo en la inmediatez del poder del viento azotando nuestra cabellera, brindándonos un respiro místico, o el deleite que obtenemos de una buena conversación. Más bien, he sido testigo como el único impulso que logra mover masas hoy en día, está ligado con un saber de poder y dinero. Como las familias se han deteriorado por la rivalidad corporativa y donde asesinan vilmente la fuente natural que nos ofrece el respiro, el suspiro y, sobre todo, la vida. Tal vez ese es el motivo por el cual ese gran cisne alado decidió retornarme a este mundo actual. Tal vez es para ampliar mi mensaje, conocer mis contradicciones y adaptarme ante la vehemencia del artista que intenta renunciar a las doctrinas y decide ser artista en un mundo donde han matado la imagen de este mismo. Pero es curioso. Aún pienso que todos somos artistas, y que, si dialogáramos libremente con nuestra energía invisible, lograríamos arrebatarle el poder al racismo y la codicia. Encontraríamos luz en la fuerza económica y en conjunto, saborearíamos la pequeña instancia de las conexiones humanas, valorando así, un mundo de mitos y leyendas, donde existe la relevancia de la creación, y se opone ante las injusticias, pues un nuevo concepto de arte, se hace realidad únicamente, si es evolutivo. Es así, que por medio de esta “red social”, invito estudiantes, artistas, científicos, rebeldes, marginados, y hasta burgueses inconformes, a mi próxima acción o “happening”, donde inauguraré, también, este nuevo metapartido al cual llamaré “Partido Estudiantil Global”. Improvisaremos, provocaremos al arte y ella nos provocará a nosotros. Crearemos un nuevo plebiscito libre, y adornaremos el banderín del estado, con nuestro lema; “La belleza es el brillo de lo que es verdadero, y todo hombre y mujer, es un artista”

 

Fuentes: https://www.youtube.com/watch?v=cGRADyI-ZeM https://www.youtube.com/watch?v=e7pIGGcIoLk&pp=ygUMam9zZXBoIGJldXlz&themeRefresh =1 https://www.youtube.com/watch?v=XZTZW-k-TB8

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Laura Valeria Bernal

La Romería de San Isidro - Francisco de Goya

1819 - 1823

 

Vendados los ojos tenía, fui absorbido por el deseo de poder y reconocimiento, mis manos pintaban lo que mis ojos ciegos y endulzados de realeza veían, mas hoy cansado estoy de tanto dolor, de tantas muertes, de tanta sangre. Vuestra hipocresía me hace querer vomitar, a su mundo creí querer entrar, pero todo lleno de mentiras estaba. Idealizado tenía el llenar vuestro mundo alegre y perfecto de imágenes igual de falsas que vosotros, a la realeza mis pinturas llegaron mas no llenaron el vacío que mi corazón tenía, me di cuenta de que al abrir la puerta el mundo era distinto, ya no había colores ni alegría, todo eso se había ido, solo quedaba oscuridad y fealdad. Siento que muerte y sangre, sangre y muerte se apoderan de mi cabeza solo pienso en lo lleno que este mundo está de crueldad y desigualdad. S N R Y U R E A G E M E T Me dais pena, solo os encubrís en la región para hacer daño, para satisfacer vuestros pequeños caprichos disfrazados de justicia, matando a quien os de la gana, me da asco de lo que sois capaces de hacer por aprobación divina. ¿Religión o solo una forma de control social? ¿Pecado o solo una excusa para matar? ¿Brujería o solo progreso que no involucra a dios? ¿Herejía o solo una forma distinta de pensar? Vuestra fe me causa gracia pues le rezáis a un dios que nada hace, espectador de tanta violencia, de tanto caos y muerte, vosotros a gritos pedís ayuda, pero ¿Qué recibís de vuelta? . -Solo dolor y sufrimiento- -Solo dolor y soberbia- -Solo dolor y avaricia- -Solo dolor y lujuria- -Solo dolor e ira- - Solo Dolor y envidia- -Solo dolor y pereza- -Impostura – Francisco de Goya / La romería de San Isidro Por: Laura Valeria Bernal castro -2023- ¿Qué se puede esperar de un dios que le dio la espalda a su pueblo? Su bondad creí encontrar, pero solo con enfermedad y dolor me pago, mi vida llena de muerte está y por mas que intente no puedo escapar, rece, creí y rogué pero ni una solo respuesta recibí; mi vida llena de enfermedades una tras otra y cada vez se hacen más letales y dolorosas, llegamos al mundo sin nada saber, ilusión y esperanza tenemos pero a medida que avanza la vida nos damos cuenta que nada de eso es real; los humanos la peor cosa que se pudo crear me da asco tanta maldad, me da asco lo que hacen para defender sus ideales, me dan asco sus caras, me dan asco sus voces, me dan asco sus casas y rebaños, me da asco el ser humano y sus consecuencias. Os quejáis de las brujas y demonios, tenéis miedo de lo que son capaces, pero acaso ¿no os has visto en un espejo? Sois igual o peor de malos de eso que tanto os quejáis, solo sois un montón de hipócritas, aunque lo escondáis se nota que os gusta matar y torturar, os divertís viendo los charcos de sangre derramada, os divertís haciendo sus cabezas caer, os divertís atravesando sus frágiles cuerpos, os divertís escuchando los gritos y gemidos de dolor y desesperanza. Doncella de hierro que fría eres Aplasta cabezas mi cabeza haces doler Horquilla del hereje sin palabras me dejas Rueda de despedazar mis huesos haces doler Cuna de Judas saltando a mi interior llegas Ocultáis el dolor de la sociedad, lo escondéis debajo del tapete y celebráis una supuesta fiesta de unión, donde todos sonríen, comen, bailan, beben y son alegres, el día de homenaje a un pecador salvaje que milagros dicen que cumplía pero detrás de eso solo se esconde la realidad de este mundo; Injusticia, muerte, crueldad, salvajismo y monstruosidades. Fingís unión, comunidad y apego cuando en verdad os odiáis a vosotros mismos y a otros; pobreza y burguesía, no podéis estar juntos por que vuestra piel empieza a caer dejando al desnudo carne y vísceras, vuestras verdades, vuestros pecados y secretos, vuestros huesos agrietados susurran las palabras que vuestras bocas no son capaces de decir y por vuestras venas azules se ve la desigualdad de esta sociedad. -Sangre caliente - Cuerpos fríos - Huesos rotos - Corazones destrozados - Vidas fragmentadas – Creéis que mis pinturas son fantasías, imágenes que crea un loco enfermo y sordo, pero yo solo retrato al mundo como es, retrato la fealdad de la sociedad, la crueldad, retrato a los que se satisfacen al ver un cadáver lleno de sangre, monstruos y bestias eso sois y eso seréis. Aunque la iglesia intente callarme, no podrán ocultar la verdad de esta sociedad mucho tiempo. Anhelo el día en que abráis los ojos y veáis esta oscura y dolorosa realidad, mis manos cansadas están y mi pincel sin pintura algún día quedara, pero mi arte nunca morirá. La realidad veréis y en mi pensaréis. Dejare de ser solo un cuerpo y ascenderé a otra realidad donde él dolor y él sufrimiento no sea normal ni natural, donde no haya enfermedades ni muerte, donde tal vez haya un dios bondadoso y que escuche. Mi ira y odio a la humanidad abra valido la pena si alguien logra ver lo que hay detrás de un conjunto de manchas de color. “… Ni vista, ni pulso, ni pluma, ni tintero, todo me falta, y solo la voluntad me sobra”. Francisco José de Goya

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Arturo Rosas Sotelo

Pensamientos personales y reflexión sobre Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez.

 

«Toda mi vida he estado atormentado por el mundo personal en el que he vivido, experiencias como la represión por mi homosexualidad o el alcoholismo con el que he vivido son cosas que han forjado mi vista e intención como artista, cierta parte de aquello es algo que siempre he querido retratar en mis obras, lo que me ha hecho llegar a la idea de que soy un creador de imágenes, creo que eso es más relevante que la misma belleza de la pintura que a lo largo de la historia se ha intentado retratar, para mí las imágenes simplemente aparecen sin ningún motivo particular, por lo que más que un pintor, me considero un intermediario del accidente y la casualidad. Poco recuerdo de mi infancia o lo que me llevó a pintar y considerarme artista, simplemente recuerdo haber trabajado en la hacienda de mi padre cerca de Dublín y en cuanto a los cuadros, apenas sabía que existían, pero desde que me fui de casa vi muchas reproducciones y quedé fascinado por ellas, gracias a aquello siento que de cierta manera Picasso fue esa figura paterna que me dio el deseo de pintar, nunca fui un pintor entrenado formalmente, sin embargo siempre busqué seguir el ejemplo de los maestros que me precedieron, fue así que poco a poco pude encontrar cierta madurez artística, con esto en mente encontré el tema de mis pinturas, tanto la vida en la muerte como la muerte en la vida, así busco expresar mi condición vital, también relacionada al lado autodestructivo que caracteriza mi obra, así puedo encontrar un sentido a lo que quiero y puedo expresar. Ese es el motivo de este escrito, expresar y encontrarle un sentido al porqué de la obra “Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez.” Por mucho tiempo me he encontrado en un constante dilema conmigo mismo en el que no puedo abandonar la idea de apropiarme de la obra de Velásquez, siento el impulso de convertir algo tan mundano pero hermoso en algo grotesco, deformado y tormentoso, pero con cierto encanto propio de mi expresión artística. Cuando me doy a la tarea de pintar un retrato, siempre me encuentro con el mismo conflicto, el como hallar una técnica que plasme todos sus latidos, siento que la meta de realizar una obra de este tipo es realmente representar los latidos y la esencia de la persona que se encuentra pigmentada, pues en principio el modelo está constituido de carne y hueso, así que tengo que ir más allá de eso y lograr captar su emanación espiritual, lo que me lleva a la siguiente duda, ¿Es posible pintar el retrato de alguien partiendo de alguno de sus gestos? Pues así pintar un retrato se convertiría en grabar un rostro en el lienzo, lo que puede parecer fácil y hasta cierto punto mediocre, sin embargo, en el caso del rostro debe probarse hasta lograr realmente captar la energía que el mismo emana, eso fue lo que quise intentar con este estudio, la figura del Papa ha sido tan glorificada en sus representaciones que se ha perdido cierta humanidad en el tema, pues al final no es más que un simple individuo, en la misma obra de Velásquez este se aprecia ciertamente todo poderoso, pero aún así con cierto aire de ser un personaje patético e impotente, así que tomé esto mismo y le di un giro completo de concepto, la elegante sotana del Sumo Pontífice se ve transformada en una simple tela con pocos detalle, asemejando un pobre batín de hospital, con estos mismos ropajes, el gesto que transmite su rostro es de angustia, pues está gritando asustado en su trono, que originalmente sería un indicador de gloria y estatus, pero no, esta vez no es así, está sobre una silla eléctrica, la cual se ilumina, provocando así una descarga que probablemente provocará su muerte, algo que la Iglesia en aquella época habría condenado, eso mismo era lo que quería representar con la pintura de este personaje de gestos exageradamente expresivos, una cara cadavérica y ubicado en un espacio tan distorsionado que aporte a la confusión, no solo visual sino también conceptual, hay tantos detalles que aportan a la idea de un gesto claramente grotesco y alejado a la representación clásica de esta figura. "Es uno de los mejores retratos que se han hecho y me obsesiona. Compro libro tras libro con esa ilustración del Papa de Velázquez, porque sencillamente me acosa y porque despierta en mí toda clase de sentimientos y también, podría decir, de áreas de la imaginación". Desde mi niñez, siempre estuve rodeado por muchas influencias de corte religioso, pues fui educado dentro de los estrictos valores católicos de mi familia, debido a las experiencias que viví en aquella época desarrollé una obsesión por todo este tema, aunque puede ser algo contraproducente, de cierta manera esto me sirvió, pues ahora como una persona madura y con más experiencia, puedo criticar a la Iglesia como institución y la cruel doctrina que profesan, todo esto mediante mi arte, lo que me lleva a recordar una idea que ronda mi cabeza, pues siempre he tenido el deseo que mis cuadros se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellos como un caracol, dejando así un rastro de la presencia humana y de la memoria del pasado del mismo, así como el caracol que por donde pasa va dejando su baba. El arte y más específicamente la pintura es una lucha ciertamente misteriosa con el azar, una lucha que parece no terminar pues se pierde en buscar como la verdadera esencia de la pintura puede actuar sobre el espectador, la mayoría del tiempo pinto puramente guiandome con la intuición y el azar, lo que significa aprovechar lo que se presenta a mi espíritu cuando éste se encuentra en un estado de particular receptividad, retomo la idea de crear imágenes a través de la pintura, no es algo que simplemente se haga sin un propósito, en lo personal veo mi obra como una autobiografía, mis pinturas no son más que el resultado de las experiencias que he vivido y de los impulsos que he sentido para representar la angustia que he percibido de la terrible realidad, mi fuerte ha sido la representación de la figura humana, dándole un giro para hacerla ver desfigurada y como un añadido, situarla en espacios cerrados e indeterminados, la prueba más clara de esto es la obra que mencioné y expliqué previamente, el Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez es la prueba más clara de esto, entre tantas interpretaciones y obras que realicé sobre aquel Papa de Velásquez, esta es la que considero que mejor capta lo que quise expresar, el espacio en el que está, el trazo de las líneas y cada detalle que le acompaña hace que ciertamente se cree un aura misteriosa pero con significado, algo muy propio de mi obra, eso es lo que me hace apreciarla, el hecho de que realmente pude retratar la imágen que llegó a mí. »

Francis Bacon.

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Leonardo Lamus

Tango: Un caos organizado

“Tango” es un corto cinematográfico dirigido, escrito, y producido por mi parte, Zbigniew Rybczynski, publicado en 1981, con la colaboración de Barbara Sarnocinska en la edición, y el apoyo de Janusz Hajdun en la música y ambientación sonora. Esta pieza consiste en un conjunto de 26 secuencias entrelazadas de personas realizando actividades varias, que se repiten por 8 minutos en una misma habitación. Trabajando con esta premisa, entre mis objetivos se encontraba presente la explotación del medio y espacio, así como el concepto de “caos organizado”, cuya descripción aparentemente contradictoria, describe perfectamente el sentimiento que el filme transmite a sus espectadores.

El proyecto inició con solo un par de secuencias que se repetían una y otra vez, algunas siendo la causa o efecto de la otra, sin embargo, contemplando como podría explotar el compacto espacio en el que los personajes se encontraban al máximo, fui exponencialmente añadiendo más y más acciones en bucle, que, además, pasaban de ser inicialmente cotidianas y normales a descabelladas y hasta alarmantes. Fue por medio de la experimentación con el espacio disponible, la variedad de personajes, y causa y efectos, que se logró la creación de un universo en sí mismo, una red masiva de acciones intercaladas que interactúan, pero nunca se interrumpen o autodestruyen.

La técnica empleada es lo que permite que mi obra funcione de manera impecable, pues tal nivel de coordinación (y desorden al mismo tiempo), es prácticamente imposible de lograr con actores interactuando realmente al mismo tiempo uno tras otro. Es por ello, que opté por el uso de un croma y un modelo a escala reducida, herramientas que me permitieron llevar al máximo mi libertad

creativa, sin causar un completo desastre incoherente en el intento, como lo hubiera sido en un contexto más convencional.

Un concepto que tuve el deseo de plasmar en “Tango” es uno que me gusta llamar “caos organizado”, término cuya simple estructura se contradice en esencia, pero describe perfectamente el sentimiento que causa en el espectador. Durante los 8 minutos, se van acumulando breves secuencias una tras otra, todo con extrema precisión, individualmente las secuencias mantienen su mismo ritmo y accionar, sigue un orden inalterable, de ahí el “organizado”. No obstante, el “caos” surge de la confusión que comienza a abrumar al espectador, una vez se intercalan tantas secuencias al mismo tiempo, que lo desorienta y lo deja cuestionándose de dónde saldrá la siguiente, mientras intenta mantener el ritmo de lo que esta sucediendo. Es un efecto interesante, pues, técnicamente el orden de cada bucle sigue su curso original, el niño recoge la pelota, el ladrón se lleva el paquete, la señora sirve la comida, etc., sin embargo, es su acumulación la que produce un sentimiento de agobio en el observador.

En suma, “Tango” es el producto de la experimentación de repetición de secuencias en un espacio limitado, que, bajo una simple premisa, me permitió dejar volar mi creatividad y romper las barreras impuestas por el plano físico convencional gracias a las facilidades del medio, así como transmitir un sentimiento único mediante la construcción de una red de eventos que coexisten de manera caótica, pero ordenada y meticulosa al mismo tiempo.

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Samuel Varón Peña

Personnes

Christian Boltanski

 

Toda mi vida he sido expuesto a la muerte. Creo que estoy obsesionada con ella. Desde muy pequeño pude ver cómo muchas de las personas que conocía eran asesinadas por los Nazis, morían de hambre, por las infecciones del alcantarillado en donde se ocultaban de las tropas, o simplemente decidían quitarse la vida para no tener que esperar el final de la guerra y así estar en paz. Mi padre estuvo muchas veces a punto de hacer esto último. Creo que se sentía culpable por arrastrarnos a mi a mi madre mientras huía, pues al único que perseguían era a él; nosotros sólo lo estábamos ayudando a escapar. Pero jamás lo hizo, tal vez porque se dió cuenta que nos arrebataría mucho más de lo que ya habíamos perdido.

 

Algunas veces me pregunto si alguien se acordará de todas las personas que murieron en el holocausto. Ese es el único pensamiento que puede arruinarme un buen día, porque si le doy demasiadas vueltas surge la idea de que, al morir, todos ellos fueron olvidados. Y lo peor es que nadie sabía que iban a fallecer el día que lo hicieron; tenían la esperanza de sobrevivir, mucho más tiempo. Los niños se acostaron por la noche, imaginando cómo jugarían al otro día, para que a la mañana siguiente, ni siquiera sus cuerpos quedaron como evidencia de que alguien había estado allí, solo la gran mancha negra de una explosión. Era como si nadie de ellos hubiera existido realmente.

 

Al principio, mis obras reflejaban como la guerra me había arrebatado la infancia y mi deseo de prevalecer ante la muerte, la cual parecía que me acechaba a todo lugar a donde fuera. Supongo que fue ese mismo deseo lo que me llevó a abandonar la pintura y a dedicarme a coleccionar objetos personales y anónimos, como postales o fotografías mediante los que podía expresar mi angustia: tenía que hacerle saber al mundo que existía. Si iba a morir algún día, no quería que nadie me olvidara. Pero, entonces, me di cuenta que estaba siendo egoísta. Reviví el sentimiento que me producía pensar en todas las personas muertas de quien nadie se acordaba. Incluso después de la guerra, ¿Cuántos más perecieron bajo ese mismo destino? Decidí que iba a dejar de enfocar mi trabajo solo a lo que yo sentía y expandirme a la gente que no conocía, pero que tenía algo que contar. Con esa intención en mente fui recogiendo objetos perdidos y abandonados por las calles, museos, estaciones de tren, etc., cualquier lugar donde fluyeran grandes cantidades de personas. De esa manera realicé instalaciones retratando a los propietarios de aquellos objetos, invitando a los que las veían a reconstruir los recuerdos y proteger la memoria.

 

Y de ahí viene Personnes. Elegí esa palabra porque, en francés, significa tanto pueblo como nadie al mismo tiempo. La instalé dentro de Grand Palais, en París, pues, cuando entré por primera vez allí , me lo imaginé como una mezquita con el suelo alfombrado. La imágen se me quedó en la cabeza durante mucho tiempo. Lo tengo que admitir, no soy alguien de muchas ideas, por lo que inmediatamente conecté lo que había visto en el Grand Palais, un templo, con mi necesidad de retratar las diferentes facetas de la muerte, o más bien la muerte colectiva. Mientras voy envejeciendo, cada vez tengo más la sensación de estar atravesando un campo de minas; mis amigos mueren uno tras otro y el siguiente podría ser yo. Eso es lo que es Personnes: una representación de la muerte aleatoria y sin ninguna explicación moral de tantas personas en el mundo, muertes que, aunque quisiéramos, no podríamos evitar.

 

La instalación se trata de un gran brazo metálico, la mano de Dios, que agarra varios pedazos de una gran montaña de tiras de tela hecha a partir de ropa vieja con propietarios anónimos, para luego dejarlos caer de nuevo. Y mientras los individuos lo ven, son rodeadas, no, son sumergidas en un mundo frío, lleno de sonidos industriales y 400 latidos de corazón que he estado recolectando durante los años. Es un mundo donde todos somos frágiles, donde nadie puede protegerse de la muerte, un mundo en el cual no se puede controlar el destino. Los espectadores no están viendo algo, están dentro de algo.

 

Con Personnes reafirmó que la muerte ha estado junto a mi toda la vida, como el resto de los seres humanos en este planeta. Pero supongo que la belleza de la muerte surge al no saber cuándo nos va a alcanzar, exponiendo que somos seres finitos.

segundo ejercicio: 
el gesto como escritura

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